Mientras permanecieron activas, las fábricas fueron elementos centrales de Naucalpan, tanto por el rol que cumplieron en su configuración, como por las particularidades del mundo del trabajo y también por la forma en que extendieron su presencia hacia el resto del barrio.
Los modos de vida que se dieron en el barrio estuvieron profundamente influenciados por esta
estrecha unión de los espacios de trabajo, recreación y vivienda. Esta vinculación no obedece sólo
a un asunto de proximidad, sino que estuvo determinada particularmente por algunas
características de las fábricas del barrio de Sanbar y que fueron fundamentales para la construcción del
barrio de sus habitantes y de la identidad del barrio.
EL TRABAJO EN LA FÁBRICA
Una característica general del mundo laboral previo a la década de 1980, donde caen los trabajos
fabriles, fue que lograron retener a sus trabajadores por largo tiempo, siendo común
para la época trabajar “toda la vida” en un mismo lugar.
Se salía del lugar de trabajo pero éste seguía ahí presente,
todos los vecinos, sino eran compañeros de faena, eran testigos de los trayectos cotidianos -de la
casa al trabajo y del trabajo a la casa- que permitía identificar a los obreros y empleados fabriles no sólo con ciertas actividades, sino sobre todo con lugares y objetos concretos De este modo, para este tipo de habitante del barrio, el trabajo se volvió un sello
identitario que daba identidad en el barrio.
Los mecanismos de contratación fueron otro medio que contribuyó a reforzar el vínculo con el
trabajo, al tenderse a privilegiar el contrato de personas que tenían parientes o referencias
cercanas al interior de las fábricas.
Los
vínculos que se traían desde fuera de la fábrica se reproducían en este nuevo espacio adoptando
nuevas dimensiones al entrar dentro de la lógica de división del trabajo y del mundo laboral. La
propia experiencia del trabajo se reforzaba además al hacerse parte también de la experiencia del
núcleo familiar y del círculo más cercano
Nuevos vínculos también se formaron
en este espacio del trabajo (existen muchos casos de chicas que conocieron a su marido en la Gillette de Naucalpan de Juarez; Estado de México, despues de haber "andado" con varios de la fabrica)
El vínculo con el trabajo también estuvo fomentado activamente por las propias empresas. Junto a
un estricto control de la producción, las empresas del barrio se esforzaron en desarrollar
estrategias orientadas a fortalecer la fidelización de los trabajadores con la empresa e incluso con
la figura misma de sus dueños. Estas estrategias se caracterizaron por trascender lo meramente
laboral, extendiendo la influencia de la fábrica más allá del tiempo y lugar de trabajo.
Dentro de estas estrategias las más eficaces fueron aquellas que se orientaron al pago de tiempo extra
laboral, asi como fiestas, actividades deportivas y culturales. Destacándose especialmente las “fiesta del dueño” el paseo anual a Cuernavaca y el “día del cumpleañero” (en honor al trabajador)
Se elegían reinas de belleza y de las mismas trabajadoras y cada
sección de las fabricas, como trabajaba tanta gente, elegía su reina. (…)
y era muy bonito, estaba el patron ahí, se hacía la
coronación de la reina, con barra, con orquesta, si era
muy bonito. (Valentina, vecina de Naucalpan que trabajo de obrera en los años 80)
Además de estas celebraciones, cada empresa fomentó el desarrollo de actividades culturales –
coros, orquestas, grupos folclóricos y de teatro y deportivas, (existia un torneo de futbol en los campos junto a la vieja carretera Naucalpan-toluca) desde donde surgieron nuevas
formas de asociatividad. De este modo, los compañeros de trabajo también pasaban a ser
compañeros de equipo o parte del mismo grupo coral, que siempre llevaba el nombre de la
empresa, el de su dueño o de la sección a la que se pertenecía. La presencia en el barrio de los equipos de futbol permite comprender la
relevancia que las estrategias de carácter deportivo tuvieron para los trabajadores fabriles y también para todo el barrio en su conjunto. Ambos representaron una extensión de
la fábricas hacia el barrio bajo un carácter distinto al productivo pero en el que
nunca faltaba la referencia a la empresa
Las constantes referencias al nombre de la empresa o sus dueños que se
encontraban en los equipos, campeonatos y espacios donde se desarrollaban estas actividades dan
cuenta de la intención de generar una fidelización o inclusive una identificación de los
trabajadores con las empresas a las que pertenecían. Estas medidas pueden ser entendidas como
acciones de carácter profiláctico que apuntaban a la formación de un tipo ideal de trabajador, al
que por medio de la influencia de su tiempo de ocio se le mantenía alejado del alcohol y otros
vicios, creando ciudadanos utiles a su familia y a la sociedad.
Las fábricas no fueron sólo relevantes para quienes trabajaron en ellas y tampoco fueron espacios
herméticos dentro del barrio. Por el contrario, su influencia fue más allá del propio mundo del
trabajo
Esos años estuvieron acompañados por la imagen del ir y venir de miles de trabajadores que
llegaban cotidianamente al barrio.
A primera hora de la mañana aparecía también el tren, que avanzaba por la Avda. Rio Hondo y
pasando junto a El Molinito y los camiones "guajoloteros", que llegaban hasta Tacuba. , los vecinos se habituaron al paso del tren. No era sólo ver, escuchar o sentir el tren, los vecinos que vivian junto a las vias se
habituaron a compartir el mismo espacio de circulación con el Ferrocarril, aprendiendo a convivir con él
como si hubiera sido un vecino más del barrio.
La influencia de las fábricas en el barrio se vivió tanto desde una experiencia sensorial como a través de los distintos espacios de socialización y recreación. Lo vigente que aún se encuentra esta memoria en el barrio, junto al reconocimiento de los antiguos espacios fabriles como sus principales hitos o lugares significativos permiten hacer un reconocimiento de lugares como "El Monumento al Obrero, mejor conocido como el “Mono de fierro”
La convivencia entre vecinos dio paso también a la formación de redes de solidaridad y ayuda
mutua, como las cazueladas organizadas para las familias de los trabajadores durante las
huelgas, colectas para funerales, bingos en apoyo de quien estuviera cesante y kermeses, ejemplos de la vida comunitaria para los niños de esa época.
Celebraciones en las navidades. A esto se le puede sumar la acción más formal de las Juntas de Vecinos que trabajaron para hacer mejoras al barrio, como la
pavimentación de calles y veredas y el aumento de la luminaria pública, a la vez que prestaron
apoyo a los vecinos
Fue en este espacio donde se aprendió a convivir entre vecinos, junto a quienes aprendieron los
referentes históricos, espaciales y los códigos conductuales necesarios, donde se establecieron
vínculos fuerte y donde se forjó con mayor fuerza el sentido de barrio.
Estos factores son fundamentales para la
comprensión de los efectos de los procesos de desindustrialización en el barrio de Naucalpan.
LA DESINDUSTRIALIZACIÓN DEL BARRIO DE NAUCALPAN: CIERRE DE FÁBRICAS
En el caso de las empresas Textiles, su cierre estuvo vinculado a la coyuntura política, social y
económica que se vivió en el país durante las décadas de 1970 y 1980. Los convulsionados
cambios que culminaron en su cierre definitivo se iniciaron con la elección de sindicatos independientes y la posterior toma de las fábricas por parte de lideres con tintes seudo comunistas.
Frente a las acciones de los trabajadores textiles sindicalizados el gobierno no tuvo otra salida que hacer cumplir con los requerimientos que estos pedian a todas las grandes empresas de Naucalpan, para despues llevarlas a la quiebra con tantos saqueos.
Cuando comenzó la liberalización de la economía y se firmo el TLC se tuvo que enfrentar a la competencia
de productos textiles más económicos provenientes de países como China e India y las fuertes
alzas del dólar que hacían cada vez más difícil la importación de algodón, principal materia prima
empleada para la elaboración de textiles, llevo a la ruina a mas empresas..
Los elevados costos de producción y la fuerte competencia que enfrentaban con
la apertura de las importaciones hacían insostenible mantener la rentabilidad de las empresas junto
a las garantías conseguidas por sus empleados en más de diez años de negociación y
enfrentamiento. varias fábricas no pudieron negociar con los trabajadores, a quienes se
les ofrecía reducir sus sueldos a cambio de no realizar despidos. Frente a la negativa sostenida de los trabajadores, los escasos recursos fueron destinados a rematar las fábricas y se iniciaron los despidos masivos que terminaron con el cierre
definitivo de muchas fábricas.
El cierre de las fábricas mas grandes y la desactivación del ferrocarril Rio Hondo-acambaro fueron el preludio de la
transformación de Naucalpan Surponiente, a la vez de una transformación mayor del país que
dentro de sus múltiples manifestaciones estuvo el cierre de un gran número de fábricas.
Luego de un período de ajuste, el sector
industrial comenzó a mostrar signos de reactivación desde mediados de la década de 1990,
llegando a recobrar para los años 1995 sus niveles de participación en la economía local. Solo que hubo un cambio, ya no regresaron las enormes fabricas y presentaron nuevas maquiladoras y en mayor numero distribuidoras, almacenes e importadoras de productos chinos de bajo costo, pero de pesimas calidad.
Pero como se
ha señalado, se trató de un nuevo tipo de industria que respondía a las exigencias del nuevo
paradigma modernizador -el modelo neoliberal- y que optó por nuevas localizaciones dentro de la
ciudad distintas al antiguo anillo pericentral. De este modo, la recuperación de la actividad
industrial no significó una reactivación para la mayor parte de las antiguas fábricas,
perdiendo con ello también los barrios que las habían acogido su tradicional función productiva.
Las nuevas lógicas industriales, junto la mayor conectividad y articulación de los transportes,
impidieron que se formaran barrios residenciales junto a las nuevas fábricas, como lo fue en decadas pasadas y otros barrios fabriles que caracterizaron a la ciudad de Naucalpan
De este modo, el barrio
gradualmente fue perdiendo el carácter industrial que lo había caracterizado. Dejó de recibir a los
miles de trabajadores, las sirenas se silenciaron y la fumarola de las chimeneas y locomotoras ya
no coronan al barrio. Las antiguas estructuras fabriles permanecen como huella del pasado
industrial del barrio; pero la esencia de ese paisaje se perdió con el cese de las actividades
productivas
Estos espacios en desuso quedan como vestigio de la historia reciente del barrio, de la vida que lo
caracterizó y como objetos de la memoria colectiva. Las fabricas abandonadas permiten
dimensionar lo significativos que resultan en términos espaciales las antiguas industrias así como
las distintas evoluciones que han seguido. Sigue presente la pregunta sobre cómo estas transformaciones afectaron los modos de vida y la percepción que sus habitantes tienen de su barrio. Se vuelve una vez más sobre las voces de los habitantes locales, para poder comprender cómo estas transformaciones fueron vividas por sus vecinos y la percepción que hoy se tiene sobre los efectos que generaron en la vida del barrio.
PERCEPCIÓN DE LAS TRANSFORMACIONES DEL BARRIO ASOCIADAS A LA
DESINDUSTRIALIZACION: ¿UN PROCESO INVISIBLE?
En vista de la pérdida del atributo fabril del barrio y considerando la relevancia que este tuvo en la
configuración y desarrollo de la vida del barrio, se esperaba que la desindustrialización fuera
considerada por sus habitantes como uno de los principales cambios por los que había pasado su
barrio en el último tiempo. Sin embargo, la
desindustrialización del barrio no fue un tema central para sus habitantes
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